El Gobierno español ha decidido cerrar las centrales nucleares entre los años 2027 y 2035 y almacenar los residuos junto a cada central, al menos hasta 2073, con un coste de unos 20 000 millones de euros.
Mientras sigan funcionando las centrales nucleares, seremos vulnerables no sólo a accidentes graves, sino también a la militarización de estas instalaciones como está sucediendo en Ucrania.
Conseguir energía nuclear está entre los grandes prodigios logrados por los humanos. Pero en esta historia de avance científico que no cesa, hay ángeles y demonios.
Central nuclear de Cofrentes (Valencia).
Arcadio Oliver Atienzar / Wikimedia Commons
Instalar almacenes temporales en las siete centrales españolas, como plantea la propuesta del 7ª Plan General de Residuos Radiactivos, es una solución cara que presenta desventajas desde el punto de vista técnico y de seguridad.
Los bajos caudales de los ríos y las altas temperaturas de sus aguas obligan a reducir la actividad de las centrales, que necesitan agua para generar electricidad y alimentar los sistemas de refrigeración.
Cúpula del complejo nuclear de Sizewell, en Suffolk, Reino Unido.
Shutterstock / Love all this photography
Las centrales no producen gases contaminantes, pero el riesgo de accidente y los grandes requerimientos de agua que exigen desincentivan su instalación.
La central nuclear de Almaraz, en Cáceres.
Shutterstock / Gelpi
El Gobierno español y las eléctricas se enfrentan por el decreto ley que contempla sustraer a las centrales nucleares los beneficios generados por la partida destinada a emisiones de CO₂ (que la energía nuclear no emite).
El aumento del coste de la electricidad tiene que ver con la recuperación económica derivada del proceso de vacunación contra la covid-19, no con el cambio en la factura.
Lobo en el interior del bosque rojo de la zona de exclusión de Chernóbil, Ucrania, en septiembre de 2016.
REDFIRE Project / Nick Beresford, Sergey Gashchak
Treinta y cinco años después del accidente nuclear, Chernóbil se ha transformado en un refugio para los lobos, perseguidos por toda Europa.
Un investigador del la Agencia de la Energía Atómica señala el Reactor 3 en la planta de Fukushima Daiichi el 27 de mayo de 2011.
Greg Webb, IAEA/Flickr
En el décimo aniversario de la catástrofe nuclear de Fukushima, dos expertos explican por qué las decisiones humanas son más importantes para la seguridad nuclear que la tecnología, y por qué el trabajo está lejos de estar terminado.
Central nuclear de Almaraz, ubicada en el municipio de Almaraz (Cáceres), junto a la A-5 Madrid - Badajoz, y el embalse de Arrocampo sobre el río Tajo.
Shutterstock / Eduardo MT
Las nucleares piden que se revise el marco fiscal para el sector. Este incluye tasas por la gestión de residuos y desmantelamiento de centrales y otros tributos estatales, autonómicos y locales.
Fellow of the Cambridge Centre for Geopolitics and Centre Researcher at the Cambridge Centre for Environment, Energy and Natural Resource Governance (CEENRG), University of Cambridge