Todos los datos apuntan a que la acción humana es la principal causa del cambio climático actual, aunque también haya ocurrido de forma natural durante la larga historia de nuestro planeta.
Los motivos medioambientales no están contemplados por la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de Ginebra. Es urgente encontrar una salida legal que los ampare.
La pandemia de la covid-19 ha generado nuevas derivas del negacionismo basadas en el rechazo a tecnologías como la de las vacunas frente al SARS-CoV-2.
El tenista serbio se encuentra retenido en contra de su voluntad en un hotel de la ciudad australiana de Melbourne. Espera una decisión judicial que dictamine si, finalmente, será deportado de vuelta a su país por no estar vacunado frente a la Covid-19.
Lo vivido durante la covid-19 nos ha hecho conscientes del rol esencial de las vacunas para poner fin a la pandemia. Sin embargo, aproximadamente un 5% de la población de países desarrollados rehúsa cualquier tipo de vacuna, contra toda lógica científica.
Detener la propagación del coronavirus exige no solo la aplicación masiva de vacunas por todo el mundo, sino también una potente contraofensiva contra los movimientos antivacunas.
El descontento con la gestión de la pandemia por parte de los gobiernos y el ansia de libertad tras el confinamiento han avivado la difusión de este pensamiento, sobre todo entre los jóvenes.
El negacionismo del cambio climático nos puede hacer cruzar una frontera hacia ninguna parte, al cancelar el futuro. Fenómenos meteorológicos como Filomena nos lo recuerdan en medio de la pandemia.
Las campañas negacionistas han sido tan rápidas como el virus, con consecuencias letales, pues han hecho que aumente el número de contagiados y de muertos.
Las redes sociales han propagado bulos sobre el Covid-19. Ser conscientes de las vulnerabilidades de nuestro pensamiento fomenta el escepticismo y nos protege de posibles engaños y manipulaciones.
Durante la pandemia de COVID-19, muchos han muerto por recurrir a remedios alternativos como el metanol, los desinfectantes o el MMS. Las terapias alternativas cobran fuerza en medio de la desesperación.
Negacionistas, antivacunas, “vendedores de humo” han existido siempre, por mucho que los científicos intentemos contrarrestar este “azote”. Pero durante la pandemia su presencia se ha disparado.
El estúpido sería aquel individuo que perjudica a otra persona (o grupo de personas) obteniendo además perjuicio para sí mismo. ¿Encajan en esa definición los negacionistas de la COVID-19?
Necesitamos construir un mundo cosmopolita y sostenible, basado en un doble imperativo moral: cuidarnos unos a otros y cuidar entre todos nuestra común morada.
Científica del CSIC. Bioquímica de Sistemas de la división bacteriana. Comunicadora científica, Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB - CSIC)
Dra. en Psicología aplicada al ámbito Clínico y de la Salud. Directora del Centro de Psicología RNCR y PDI en la Universidad Internacional de Valencia, Universidad Internacional de Valencia
Investigadora posdoctoral asociada a proyecto, Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO, UAM-CSIC), Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)