Esta pandemia ha sido caldo de cultivo para el desarrollo de nuevas fobias y ha supuesto un aumento alarmante de los trastornos mentales en personas vulnerables o con predisposición.
La salud mental de nuestros adolescentes es una corresponsabilidad social. Debemos contribuir a reducir el sufrimiento y, con ello, los pensamientos y los intentos de suicidio.
La ley de protección frente a la violencia de género nos puede servir de ejemplo sobre lo que funciona y lo que no de cara al acoso escolar. Hay que apoyarse en la abundante investigación sobre el fenómeno.
La adolescencia se consideraba una etapa vulnerable para el desarrollo de conductas de riesgo para la salud. Sin embargo, necesitamos intervenciones centradas en resultados positivos de su desarrollo.
Las primeras experiencias de pareja y sexuales son las que definen los patrones de comportamiento en la edad adulta. Por eso es tan importante conocer las claves para educar a los jóvenes en relaciones sanas desde el primer amor.
La crisis sanitaria por covid-19 ha podido aumentar los factores de riesgo de suicidio en jóvenes. Para evitar posibles consecuencias, son necesarios más estudios al respecto.
Durante periodos de estrés como los vividos durante esta pandemia, sentimos la necesidad de evadirnos para encontrarnos mejor. Esto ha empujado a los adolescentes a aumentar el consumo de cannabis. Con las repercusiones negativas que ello supone.
Las campañas audiovisuales para frenar la pandemia utilizaron modelos juveniles extremos, unos muy concienciados y respetuosos y otros muy inconscientes y transgresores.
En casi dos años de pandemia, tras el distanciamiento social, las pérdidas personales y una continua incertidumbre, ha aumentado el malestar psicológico. Especialmente en los grupos más vulnerables.
Existe amplia evidencia sobre el daño que Instagram causa para los adolescentes, especialmente sobre su imagen corporativa. La propia investigación de Facebook confirma esto.
Las redes sociales penalizan la exposición de las dificultades durante la adolescencia. Actualmente desempeñan un importante papel en las relaciones familiares, amorosas y de amistad durante esta etapa, dificultándolas.
En la mayoría de los casos, los problemas de consumo de alcohol y cannabis en jóvenes se presentan junto con otros problemas de salud mental. Por eso, el tratamiento debe atender a estas dos áreas.
El comportamiento de los más jóvenes está en entredicho por culpa de los últimos brotes. Sin embargo, son muy capaces de aprender la importancia de seguir las medidas contra el coronavirus.
Un estudio de la Comisión Europea revela que el consumo de internet ascendió a una media de entre seis y siete horas y media diarias durante el confinamiento, lo que abrió la puerta a riesgos bien conocidos para millones de menores: ciberacoso, pornografía y desinformación, entre otros.
La Ley Orgánica de Protección a la Infancia y a la Adolescencia frente a la violencia establece la necesidad de que los clubes deportivos tengan un delegado/a de protección a la infancia y lleven a cabo una política de protección.
El miedo a probar un alimento nuevo es común entre niños pero menos frecuente entre adultos. Las preferencias alimentarias también cambian significativamente con los años. ¿Qué influye en estas decisiones?
La prevención de la violencia sobre los niños y adolescentes no se consigue solo a través de leyes, que suelen actuar a posteriori. Hay otras medidas, como las de conciliación de la vida familiar y laboral, que deberían coordinarse en favor de una mejor protección de la infancia.
Determinados comportamientos en la adolescencia pueden hacer que los jóvenes sean más propensos a padecer alcoholismo. Hay factores psicológicos y genéticos que perpetúan este riesgo.
La economía, la salud, el empleo o el turismo son algunos de los asuntos que más nos han preocupado durante la pandemia pero, ¿hemos puesto nuestra mirada en la infancia? ¿cómo podemos ayudarles?
Profesor adjunto del departamento de Psicología Clínica y de la Salud y Metodología de Investigación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación, Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Profesora en el Departamento de Ciencias de la Educación en el área de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Profesora Titular de Psicología Evolutiva y de la Educación. Investigadora del Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia (LAECOVI), Universidad de Córdoba