Las ciudades se preocupan cada vez más por crear una imagen que las haga más atractivas para inversores, trabajadores profesionales nómadas y turistas. ¿Es bueno para los residentes?
Las ciudades se han convertido en imágenes de marca con las que atraer turistas e inversiones. Pero es posible contar con sus habitantes para mejorarlas de manera más sostenible y auténtica.
Tráfico, humos, poca vegetación, aceras y plazas ocupadas por terrazas: los niños y adolescentes necesitan espacios de encuentro seguros, y pueden participar en su creación y mejora.
El diseño de las ciudades influye en sus habitantes. Muchas veces se diseña pensando en “enseñar” a la gente cómo vivir el espacio, cuando se debería adaptar el espacio a cómo vive la gente, y cómo puede vivir mejor.
El callejero español está repleto de nombres de hombre. Solo un 12 % tiene nombre de mujer. Está la excepción de las vírgenes, que dan nombre a muchas de las calles de las ciudades más devotas.
La pandemia, el cambio climático y la guerra de Ucrania han afectado especialmente a los grupos vulnerables. Es necesario reducir las desigualdades en las ciudades para afrontar estos y otros retos que nos esperan en el futuro.
Las terrazas nacieron en Europa a finales del siglo XIX como una prolongación en la calle de las salas de estar domésticas convertidas en mirador y lugar de encuentro donde compartir conversaciones, comida y bebida.
Mientras el mundo rural pierde población, el urbano se congestiona cada vez más. La única solución es implantar medidas que estabilicen las salidas del campo y atraigan urbanitas a los pueblos.
Algunos espacios públicos presentan mayor riesgo de ser escenarios de un delito por la falta de concurrencia de personas y eso supone un agravante en una sentencia condenatoria. Es necesario un diseño urbano que considere este peligro.
Para que los habitantes de las ciudades tengan una zona verde a menos de 300 metros, como recomienda la OMS, no basta con construir más parques, también hay que recurrir a cubiertas y fachadas con vegetación.
Virginia Woolf pedía “una habitación propia” para las mujeres. Concha Méndez Cuesta dejó patente que también necesitan salir a la calle con libertad, sin miedos y sin dudas sobre su derecho a poder “poner” el cuerpo en la calle.
La incorporación de vegetación en las ciudades, a través de parques y cubiertas verdes, mejora la calidad del aire, las temperaturas y aporta espacios de encuentro y ocio.
Un reciente estudio concluye que las tasas de circulación y la creación de calles sin coches y carriles bici separados han sido las medidas más eficaces para reducir el uso del coche en las ciudades europeas.
La limitación del número de visitantes y una mejora en la calidad del viaje (con visitas guiadas, rutas turísticas y turismo experiencial y virtualizado), base de un turismo urbano más sostenible.
Los espacios verdes aportan soluciones basadas en la naturaleza para abordar problemas urbanos como la contaminación, la alimentación de cercanía, la salud, las relaciones sociales y el empleo.
Madrid, como muchas otras ciudades de España, necesita renovar los barrios más desfavorecidos. Los fondos europeos son una oportunidad para que los ciudadanos vivan en calles más accesibles y adaptadas a los nuevos tiempos.
En las hojas se depositan las partículas y metales pesados suspendidos en el aire. Analizándolas, es posible detectar la presencia de ciertos químicos y relacionarla con sus fuentes de emisión.
Investigadora responsable de diseño arquitectónico en Fundación Matia, Doctora por la Universidad Politécnica de Madrid, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)